Por:Noel de la Rosa
Psicólogo
"Un hombre no necesita ser como una madre para ser un buen padre".
No quería cargarla, pero la acariciaba con la mirada, mientras le hacía un homenaje de recibimiento con mis lágrimas.
Tenía tanto temor a que se me escurriera entre mis brazos, como agua, o que se rompiera, como un cristal. Su llanto era una melodía perfecta en mis oídos.
Cada hombre decide sí asume o no ese tremendo papel de la escena mas importante del teatro social: la paternidad.
La incapacidad de sentir la sensación que produce la paternidad es un síntoma de algún trauma de la niñez.
La paternidad es tan mágica, emocionante y especial como la maternidad. Un hombre no necesita ser como una madre para ser un buen padre.
Por los hombres que tuvieron hijos/as, pero nunca fueron padres, este importante rol familiar-social ha sido menospreciando en su celebración.
La madre tiene la obligación biológica y natural de arriesgar su vida durante nueve meses por el/la hijo/a, el padre tiene el mandato social de hacerlo la vida entera..
La sociedad reduce la dimisión de este tremendo rol familiar, dándole la importancia del refresco en el trago, del aderezo en la ensalada, del concón en el arroz; de las lágrimas en el sentimiento; de la madrugada de un día; de la mueca de una sonrisa.
El padre es la debilidad que se esconde en la fuerza de la función de protector; de la soledad, el llanto; leña para el carbón; el concón del arroz; de las estaciones del año, el invierno que calienta; Sol del día; de las emociones, la ira que protege.
La paternidad armoniza la interacción de todos los roles que se le asignan al hombre en la sociedad.
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