sábado, 28 de julio de 2018

El observador sabatino: "Humildad y Gloria"



Por: Luis Eduardo Montero

La historia de Vladimir Guerrero es incuestionablemente inspiradora, a muchos les motiva, a otros les sorprende y quizás a muchos les moleste, y por supuesto esa es la realidad interpretativa de la vida.

Vladimir Guerrero nació en 1975, en el humilde pueblo de Don Gregorio, municipio Nizao, en la provincia Peravia.

Llegó a las Grandes Ligas en el año 1996 con los entonces Expos de Montreal. En 15 años de una prodigiosa carrera deportiva conectó 449 cuadrangulares, 2,590 Hits y bateó 318 en promedio.

Fue elegido 9 veces al Juego de Estrellas de las Grandes Ligas, fue el Jugador más Valioso de la Liga Americana en el 2004, fue ganador de la Competencia de Jonrones del año 2007 (Home Run Derby), y ganó más de US$200 millones de dólares. En este año fue elegido al codiciable y difícil Salón de la Fama de Cooperstown (el más alto reconocimiento otorgado a un pelotero, mánager o árbitro de Grandes Ligas).

A pesar de todo ese éxito, Vladimir Guerrero se ha caracterizado por llevar un estilo de vida modesto, sencillo y alejado de la opulencia. Su particular forma ha inspirado a escritores y periodistas a difundir su fenomenal historia, cargada del valor de la humildad y la sencillez.

Vlamidir ha sabido manejar y entender la fama, a tal punto que no ha permitido que su altísima fortuna y su enorme popularidad nacional e internacional lo deshumanice. Vive en el mismo pueblo que lo vio nacer, comparte con la misma gente que lo vio crecer y se desarrolla en un círculo social totalmente opuesto a su condición de millonario, gloria mundial del deporte y de figura pública.

Su hobbie no es andar en yates, pasear en carros deportivos, irse de vacaciones a Dubái, celebrar fiestas caras, beber vinos refinados o comer comida exclusiva, no, nada de eso es parte de su filosofía de vida; tampoco diré que no lo pudiera hacer, tiene con qué y sobrado derecho para hacerlo, pero la verdad es que no es su estilo de vida.

En lugar de París, elige a Don Gregorio, en lugar de vino italiano, elige cerveza, en lugar de un Lamborghini Aventador, elige seguir con su enorme camioneta y en lugar de caviar, elige yuca con chivo.

En definitiva Vladimir Guerrero es digno de nuestra admiración, no sólo por sus logros deportivos, sino también por su calidad humana, porque ha sido capaz de combinar la GLORIA con la HUMILDAD, dejándonos un lindo ejemplo a todos nosotros.

Vladi es un orgullo nacional, y para todos los dominicanos es motivo de regocijo y fiesta tener a otro criollo (tercero en la lista) en el Salón de la Fama de Cooperstown.

¡Enhorabuena! Dios bendiga a la Tormenta de Don Gregorio...

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