Por :Dalton Herrera
Hoy estuve en la cárcel Najayo entre personas más o menos normales. ¿Incomprendidas? Quizás; pero... ¿Quién no ha sido anormal o ha hecho de sociópata aunque sea una vez en la vida?
Tal vez pedimos demasiado, sobre todo en alguien de manera específica.
Es verdad que él infligió más de 30 puñaladas en aquel frágil cuerpo de 12 años, y no de cualquier niño sino de su primo favorito, a quien también sodomizó.
Pero él está cumpliendo 30 años de pena. Casi el mismo número de estocadas hechas en aquel pedazo de carne que fue abandonado en un riachuelo a merced de animales e insectos, a mediados de 1996. ¿Cómo olvídarlo?
Podría ser que ya no es "Redondo" sino cuadrado. Puede ser que su alma no se encuentre vacía sino Llenas (sí, en plural...).
La verdad es que ni yo mismo sé porqué escribo esto. Lo cierto es que, al mirarlo detenidamente; he reafirmado mi creencia de que el infierno sí existe, y es aquí, en la tierra, donde los demonios seguirán siendo rojos aunque Dios baje y riegue agua bendita sobre el mal.
Esa mirada perdida, a veces profunda y con ira contenida, aquellas carcajadas soltadas al aire y sonrisas fingidas, ese comportamiento fino y educado, esos dotes de carisma que lo convierten en una especie de estrella de cine delante de sus compañeros de celda; todo eso combinado, hacen de él un auténtico sociópata (ya diagnosticado).
Un tipo sin remedio y que no es de fiar. Y que ni siquiera familiar alguno dormiría tranquilo en su rededor.
Cualquiera que durmiera en sus cercanías estaría maldito a ser un pirata nocturno. En desvelo con un ojo cerrado y el otro abierto. Durmiendo con una mano en la almohada y con la otra en el cuchillo debajo de la sábana.
Sin embargo, al verlo allí, conversando y riendo con sus amigos; recordé que si él no hubiera sido un anormal en mayo de 1996, hoy el joven Rafael Llenas Aybar tendría la edad de Cristo...
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