Por: Dalton Herrera
La última sonrisa, el saludo de despedida o un "hablamos luego" que no se hace realidad; es la eterna imagen que queda grabada en las mentes de las personas que tienen a un familiar desaparecido.
Marlon fue el último en tener contacto físico con la joven Emely, de 15 años y con 5 meses de embarazo. Su coartada no convence a las autoridades, y en una orden de allanamiento se halló sangre en su colchón de dormir.
De manera contradictoria, él dice que la dejó en algún cruce o bomba de gasolina, hasta frente a un cuartel de policía, y que de ahí no ha sabido de su destino.
La madre del sospechoso de la desaparición es una influyente dirigente de la política que, según dicen, podría influir en este caso con un "deja eso así", como en ocasiones ha sucedido en este país de Alicia (el de las maravillas).
Tal parece que a Emely se la tragó la tierra y no ha sido escupida en ningún lugar. O quizás, sin uno saber, fue expulsada al mismo sitio en que podría encontrarse Juan Alfredo Díaz, el olvidado "fotógrafo de Herrera", quien salió de su hogar a fotografiar a un nuevo "cliente" en 2012, sin decir nombre y sin decir a dónde.
A partir de ese fatídico día, su madre todavía lo espera con su retrato en la marquesina de su casa. Negada a pensar que no podría volver a verlo.
La Policía dijo que un tal Enmanuel podría ser el responsable. Pero este se encuentra fuera del país y el caso se ha quedado así. Tampoco se ha desglosado información para comprender de forma certera el motivo de la desaparición.
¿Pero cómo confiar en las autoridades?
Más cuando son ellas las señaladas por las desapariciones...
Juan Almonte fue secuestrado en 2009, en Boca Chica, cuando salía de su trabajo y se dirigía a comprar frutas enfrente del local. Testigos aseguraron que uniformados "se lo robaron" y lo introdujeron en un vehículo.
Después del hecho nada se ha sabido de él.
Hipótesis y rumores lo ubican en un cuarto de tortura, con agentes golpeándolo hasta matarlo para que responda sobre alguna cuenta de banco que poseía, a fin de robarle.
O como el caso de Randy Vizcaíno, quien en 2013 andaba en su motocicleta en horas de la noche por el sector Los Frailes y le fue ordenado detenerse por una patrulla policial.
Supuestamente, al este negarse a estacionarse en un lugar que se encontraba oscuro continuó su trayecto. Los agentes lo perseguieron y apresaron, y desde entonces su figura desapareció de la faz de la tierra. Nadie ha dado explicaciones.
Ante estos hechos y la indolencia de las autoridades solo nos quedan interrogantes...
¿Estarán vivos? ¿Dónde estarán sus cuerpos? ¿Por qué estos casos caen en el olvido? ¿No es el Estado el responsable de la deficiencia en las investigaciones? ¿Si fueran personas de clase alta, sería igual?
Agregue usted también sus inquietudes..
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