lunes, 9 de mayo de 2016

Comentario Digital:" Nosotros como padres no lo vimos "

Santo Domingo, D.N.
Mayo 8, 2016 
Distinguido doctor Secundino Palacios:

El pasado viernes me enviaron por correo electrónico un enlace que me condujo a unas consideraciones y recomendaciones suyas dirigidas a las familias directamente tocadas por el dolor que supone la muerte de mi sobrino José Rafael. Seguramente, entre los que tengan la oportunidad de leerlo, cada uno irá asumiendo su inquietud en la medida que lo entienda oportuno y solo si así lo entiende. En mi caso particular, con la esperanza de que le pueda servir para ayudar a otros, le comparto algo de lo que he sentido y siento.
El hecho de que mi hijo Mario José sea corresponsable de esta tragedia convirtió lo que ya era una pena infinita en un sentimiento de dolor tan enorme que todavía, veinte años después, no encuentro cómo definir. He llegado al día de hoy porque aun en mis momentos de desconsolación absoluta, y los he tenido por montones, la mano de Dios me ha sostenido. Del mismo modo, la familia, resquebrajada como está, ha sido fuente de soporte fundamental.
Históricamente he sido una persona reservada. Someter al escrutinio público los rincones más hondos de mi corazón y de mi alma no es algo que se me da de forma sencilla. Aprender a vivir con el dolor de todos nosotros ponderado públicamente, en ocasiones de forma considerada y otras muchas veces sin la más mínima consideración, es algo que sacude la esencia de mi persona. Ver a tanta gente que quiero sufrir, al tiempo que cargo con mi propia pena, es desgarrador.
Hace tiempo descubrí que las crisis, particularmente las más personales y dolorosas, pueden llegar a generar lecciones a las que otros le pueden sacar provecho. Llegar a comprobar que aunque nunca me libre de mis dolores, las lecciones que se derivan del mismo puede ayudar a otros a evitar y vivir sin experiencias de dolor similares convirtió, para mí, la alternativa de servir en una obligación.
El encierro, concuerdo plenamente, no transforma. Ahora bien, lo que sí puede ocurrir es que desde el encierro personas tomen la decisión de convertirse en mejores seres humanos, aceptando su falta y asumiendo nuevos compromisos de vida.
Soy de las que cree que un profesional de la salud mental tiene herramientas para calificar la profundidad y pronosticar el grado de confiabilidad de una evolución hacia mejor cuando así lo hubiera. Sin embargo, la ponderación científica tiende a ser más sólida cuando aprovecha todas las herramientas de la ciencia misma y no prescinde de la oportunidad de verificar. Lo científico deja de serlo cuando no se comprueba, cuando no se verifica.
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Porque se nos hizo conocer a la familia de las inconsistencias y el trato apresurado que se le dio al método científico en 1996 a la hora de producir el diagnóstico al que hace referencia en el escrito que recibí, como familia, de forma responsable y preocupados por hacer lo correcto, hace muchos años lo hicimos revisar por un grupo de profesionales contratados de forma privada. Al igual que muchos otros, en nuestro dolor buscábamos una explicación, jamás una justificación, para el papel jugado por nuestro hijo Mario José en la muerte de su primo.
Así fue que conocimos que Mario José, que no había querido hablar, antes de convertirse en victimario había sido víctima. Puesto de otro modo, el camino que lo llevó a convertirse en victimario estaba pavimentado por su falta de experiencia, sus malas decisiones y los actos terribles de un hombre, Luis Palmas, cuya maldad superaba por mucho las capacidades del joven de 18 años que era Mario. Luis Palmas llego a crear un mundo de ilusiones, maldad y manipulación sádica donde Mario José entro sin que nada de lo que había vivido hasta ese momento en su vida lo hubiera preparado para sobrevivirlo. Todo pasó muy rápido y nosotros como padres no lo vimos.
En 1996 el dolor infinito tomo forma de rabia y no había espacio para otras consideraciones. Debimos aceptar todos que ante los reclamos más que justificados de una sentencia ejemplar frente a lo que había sufrido mi sobrino, quedaba poco espacio para consideraciones menos apremiantes como podía ser la condición de salud mental en la que estaba mi hijo y el porqué de la misma. Igualmente entendimos que los psiquiatras consultados no querían entrar, en aquel momento tan álgido, en una carrera de opinión con otros colegas más acostumbrados al debate público y a la dinámica de los tribunales.
Además, abrumados como estábamos todos, no supimos evitar que se confundiera la intención de entender lo que había pasado, sopesar las circunstancias y conocer el contexto con lo que otros suponían eran estrategias para alivianar su responsabilidad penal.
Así fue como muchísimos cayeron en la trampa de intentar explicarlo todo como el producto natural de uno que nació monstruo, actuó como monstruo y seria monstruo toda la vida. Todo esto a pesar de que en 1996 había evidencia de que no era así y 20 años después hay mucha más. Para verificarla, solo hace falta disponerse.
Parte importante de las razones detrás de la sensación generalizada de que faltan cosas por explicar tiene que ver con la inconsistencia de aquel trabajo y la realidad que supone el testimonio de vida acumulado en más de 20 años de encierro por Mario José.
Propongo que nuestra comunidad científica use a mi hijo [al igual que otros que puedan servir para esos fines), ahora sin el miedo de que el trabajo afecte la pena y con la certeza de que la pena se agota, y lo pondere sin prejuicios. Usemos su historia con fines pedagógicos, para formar e informar. Sé que él está dispuesto a colaborar sin otra condición que la propia de un trabajo hecho con rigor científico.
No me imagino qué interés puede servir intentar perpetuar en la cabeza de todos una razón que ya ha sido revisada de forma privada al igual que por profesionales del sistema de
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Prisiones modelo dominicano. El propio Mario le ha ofrecido en múltiples ocasiones a sus tíos revisar sin condiciones el experticio que ha llegado a servir hasta para desmeritar el propio acto de pedir perdón.
Hemos solicitado hace ya mucho tiempo a la sociedad de siquiatría a los fines de que sea designada una terna para ponderar el estado de salud de mi hijo. Hasta ahora no ha sido posible. 
Con transparencia, sin condiciones.

Doctor ayudemos a todos a reunir las herramientas necesarias desde el ámbito académico y científico para lograr que todo el dolor de nosotros trascienda y tome forma de instrumento útil para todos logrando ir más allá de simple martillo cuyo clavo tiene fecha de extinción.
Gracias por su tiempo,
Nora Lllenas M
Cc D.r Francisco Domínguez. Brito< Procurador General de la República Dominciana
Dr. Ysmael Panigua, Coordinador General Modelo Gestión Penitenciaria
Señores José Rafael Llenas M . e . Ileana Aybar Nadal

Fuente: Sandra Acta

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