La reciente decisión de retirar, sin explicación alguna, los proyectos de resolución que proponían la construcción de un parque conmemorativo en el terreno de la discoteca colapsada Jet Set, donde perdieron la vida más de 220 personas, evidencia una preocupante realidad: la lucha de poderes y los intereses particulares continúan prevaleciendo sobre el interés colectivo y la dignidad humana.
Resulta alarmante que, en lugar de priorizar la memoria de las víctimas y el derecho de sus familiares a contar con un espacio digno de duelo, algunos legisladores opten por dejar en el olvido una tragedia que aún hiere profundamente a nuestra sociedad. Este tipo de acciones, carentes de sensibilidad y transparencia, refleja una institucionalidad que cede ante presiones políticas o intereses ocultos.
Es necesario que como país exijamos coherencia, responsabilidad y respeto por la vida humana. Honrar a quienes ya no están no debe ser una opción sujeta a negociación política, sino una obligación moral del Estado y sus representantes.
La memoria no se cancela. El dolor no se archiva. Y la justicia histórica debe prevalecer por encima de cualquier pugna de poder.
Ingrid Abreu Comunicación
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