Este escrito es de Mayo, pero cae perfectamente hoy, lo publicamos para ustedes.
No estoy en la política por vanidad, ni por dinero, ni por renombre, ni por gloria, ni por fama, ni para colocarme por encima de mis iguales, ni para que me sigan, ni para sentirme superior, ni siquiera para trascender más allá de lo que humildemente pueda aportar.
No busco el poder por el poder, no me interesa avasallar, ni destruir, ni eliminar, ni perseguir, ni atacar, ni el conflicto, ni la pugna, ni la intriga, ni la mentira, ni la manipulación, ni la falacia, ni la competencia de egos.
Reniego de Maquiavelo, de Richelieu, de Fouché, de Mirabeau, y no es que ignore los oscuros recovecos de esta actividad, sino que creo firmemente en que nuestra sociedad requiere un nuevo paradigma de amor, de respeto, de voluntad y de convivencia que solo es posible a través de la praxis positiva de la política.
“El odio no puede expulsar el odio, solo el amor puede hacer eso”.
Martin Luther King
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