Por:América Pérez
Un problema es una crisis que pude alterar tu estado físico,emocional y espiritual, es decir la ausencia del bienestar, de sentirnos plenos, para caer en una "angustia" que nos vuelve seres pequeños ante la realidad. ¿Quién no ha tenido problemas en la vida? Bueno, sólo aquel que no haya nacido.
Muchos somos teóricos en el tema, protagonistas de leyendas marcadas con sucesos que se asimilan de acuerdo a quien tenga el cristal. Porque dirían nuestras queridas abuelas "cada cabeza es un mundo". Así son esos fastidiosos nudos que llamamos problemas, esos que necesitan una cabeza fría para analizar la solución o posibles soluciones. Cuando hablo de cabeza, pudiera recomendar "cabezas",en plural porque muchas veces no somos capaces de conversar con otros sobre eso que nos atormenta.
Creemos que la salida no existe, pero la respuesta es SÍ, para todo hay un camino que nos hace alejarnos de esa oscuridad. Y no es que nos hagamos los locos como aconsejan algunos, pues no mis queridos lectores, es afrontarlos con valentía, con coraje, con discernimiento. Eso sólo se logra buscando a Dios como guía. El es el dador del propósito de vida, es como un vaso de agua fría en el desierto. Aunque tengamos problemas económicos, de salud, de pareja, familiares, sociales o en el trabajo, la mejor herramienta es la oración, entrega a el toda esa carga. ¡inténtalo!
Por otro lado está hablar con alguien de confianza, que te escuche y pueda comprender por lo que estas pasando. Siempre habrá un amigo/a, tus padres, especialista de la conducta, sacerdote, anciano o pastor. Abrir la boca no cuesta nada pero alivia el alma. Jehová también mediante a ellos pondrá en su boca lo que necesitas oir. La necesidad de escuchar que le interesas a alguien es latente en los seres humanos.
Luego que resuelve el problema, te das cuenta de cuán pequeño es...Es más pequeño de lo que imaginas. Tu fe que sea más grande que todo. ¡Confía,confía!
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