Por: Dalton Herrera
Ya cumpliste tu cometido y no lo niegues. Desde el preciso momento que estabas junto a Andreea en la recepción del hotel, allí donde la cámara los captó a ambos, planificabas las consecuencias que aplicarías por el dilema al que la sometiste; aquella tabla que usaban los piratas para que sus enemigos saltaran al mar, ese mismo método usaste con el disfraz de estar o no estar contigo.
Tu retorcida mente maquinaba lo que harías con ella si no se sometía a tus gulas. A tus excesos de control y dominio. A tus caprichos obsesivos y de machitos envalentonados que se extinguen al momento en que una mujer los desprecia.
Esas tácticas de manipularla y aprovecharte de su miedo y debilidad. Esas maniobras que utilizabas para llevarla a tu terreno, como si de una sirena que busca devorar al pescador se tratara. Toda esa perversión que te envuelve y ha mostrado al mundo las entrañas de tu ser; no merecen y no van a quedar impune.
Personalmente no conocía a Andreea, ni siquiera en redes sociales. Pero de manera particular, nuestra sociedad sí conoce a muchas Andreea. De hecho, cada año conoce a más de cien Andreea que mueren a manos de machitos y cobardes.
Al final, este es otro caso que desnuda el carcinoma que arropa al país, y que parece no menguar en la vida de la familia dominicana.
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