
¿Conoces a alguien así? Pues es posible que sí, el ser humano tiende a coquetear con la ingratitud cuando en su hogar su familia no le enseña esa virtud, no es algo de ricos ni de pobres puede darse en cualquier estrato social, es una cuestión de valores familiares. Mi viejo y mi madre eran muy estrictos, pero me enseñaron a tener respeto y me hicieron ver que el ser agradecido es una puerta en la cual muchos seres humanos van a estar al otro lado para demostrarte solidaridad, dar las gracias es un acto tan sencillo, pero tan profundo, la vida te lleva por caminos misteriosos y aquellos que les encanta ser desagradecidos la vida los obliga a ver, aunque sea con mala cara, el agradecimiento de muchas formas. El año pasado tuve que encontrarme con una persona así, y convivir con ella ha sido más terapéutico para mí que para la otra, porque yo no le puedo enseñar a ser agradecida, pero sí me enseña a ver lo que no quiero en mi vida ni para mis seres queridos, es duro convivir con una persona desagradecida porque al final termina hiriendo a los que la aman debido a que en su sistema emocional el agradecimiento no forma parte del gran todo que son las emociones.
A pesar de que vivimos en un mundo lleno de ingratos debemos mantener siempre una actitud de agradecimiento hasta de aquel que es visto de menos, hasta el que te limpia los vidrios en una esquina aguantando sol, hasta aquel empleado de una oficina pública al que le encanta maltratar a los demás, desde la familia que con sus hechos te hizo un agravio, y hasta cuando tú mismo lo causaste a otros; el ser agradecido es independiente a las personas, es un acto poderoso que limpia el alma, porque no podemos ser personas realmente valiosas si no agradecemos el valor que los demás nos dan aunque sea con pequeñeces o con las cosas más importantes. Si no eres agradecido, te conviertes en un ser vacío, incapaz de evolucionar emocionalmente, porque nadie va a querer hacerte pequeños favores y mucho menos los grandes. Si el olvido es parte de tu forma de ser, los demás van a querer olvidarte rápido para no sentirse mal con tus aires de divo(a). Ser agradecido debería estar en el currículo educativo para formar ciudadanos capaces de entender que los demás no tienen obligación de hacerte ni darte nada, sobre todo cuando no existe la fuerza de los contratos o del trabajo, de la carga familiar y de muchas cosas que nos obligan a hacer cosas por los demás.
Ser agradecido es una característica que yo he inculcado en mis hijos e hijas, porque mi madre y mi padre me la enseñaron.
Fuente: ListinDiario.com
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