Por : Sarai Mojica Sepulveda
Comunicadora
En las tardes camino con mi padre en el Mirador sur y ciertamente vemos de todo. Desde los que van a ejercitarse, hasta los que van a mirar, ¿qué? No sé.
El punto es que, nos llamó la atención un caballero que quizá no llega a los 60 años, que al parecer recientemente atravesó por una trombosis, a su lado un joven muy parecido le acompaña a lo que el que sea que él intente.
Aunque traté, era inevitable hacer lo mismo que todos, parar la rutina y quedarse mirando como idiotas, mientras mi padre volteándose le dijo: *¡Vamos campeón, vamos!* y abandonando nuestra ruta, siguió sus pasos... Esos que casi no se marcan.
El señor sonrió (eso creo) y esta vez menos lento, caminaba y decía algo que ni el mismo entendía. Ahora esperan chocarse en cualquier kilómetro, para saludarse cada día, en un nuevo lenguaje de señas, uno le dice que siga y otro le responde que vuelva.
*Para Ser, hay que hacer(y mucho)*
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