jueves, 18 de mayo de 2017

ODEBRECHT "Una puntilla en el zapato"


Por Dalton Herrera

"El 19 de mayo tendremos los nombres de los sobornados para proceder como manda la ley, caiga quien caiga y sin excepciones de colores de partidos o de gobierno”. Jean Alain Rodríguez.

Todavía resuena aquellas palabras como campanales en iglesias.

Esperanzador para quien quiere enterrar la cultura corrupta que desde 1844 ha sido logo de tradición en la mayoría de funcionarios y gobernantes. Pero sobre todo, terrorífico para aquellos involucrados en actos de sobornos que sin ninguna fe tratan de mover montañas para tapar la luz que pudiera alumbrar a una ciudadanía que no ha dejado de vivir bajo las sombras de la impunidad.

El pueblo quiso creer en esas declaraciones, pero al parecer, ya no hay tantos ingenuos como antes se pensaba. Ahí radica la razón de las protestas que fueron burdamente reprimidas.

Quizá la venda en los ojos que tenía la población fue quitada y arrojada hacia el suelo. Y tal parece que ese mismo pañuelo ya desechado, fue el mismo hallado por la Procuraduría, recogido y, como horma a su zapato, puesto en la medida.

Señor procurador, no es golpeando a ciudadanos que protestan de manera pacífica ni manoteando a periodistas que cumplen con su labor que se calmará las ansias que tiene este pueblo para que se haga Justicia.

Actos tan torpes e inútiles parecen ser, como citara alguna vez el presidente venezolano Rómulo Betancourt, los últimos recursos de un gobierno asediado, más o menos como "los postreros coletazos de un animal prehistórico incompatible con este siglo”.

Se sabe de sobra -y usted debería saber- que, mientras más se aprieta el puño para tratar de sostener algo, más fácil la materia se vuelve escurridiza y se filtra por los entre-dedos.

El pueblo solo quiero tres cosas. NOMBRES, procesamiento y encarcelamiento de aquellos que robaron hasta la miseria de este país.

El mundo entero, no solo República Dominicana, está a la espera de que finalice este amargo, letal y tortuoso silencio.

Y que conste en acta: no soy ni verde, ni morado; mucho menos blanco. Solo soy un simple periodista que trata de hacer bien su trabajo.

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