lunes, 22 de agosto de 2016

Un país depresivo

Somos un país depresivo convencido de su subdesarrollo las imposibilidades de revertirlo. 

Donde desde los gobernantes hasta los aspirantes a gobernantes dudan de nuestras más simples capacidades para dar giro a siglo y medio de fallos. Vivimos en un excepcionalismo caribeño de fracaso como nación es parte intrínseca a nuestra cultura. 

Somos un país que parece regodearse en la disfuncionalidad de sus instituciones y a su perenne estatus de pobreza. Donde se atribuye a "cosas del dominicano" las actitudes que de forma neciamente consistente nos reafirman como país pobre e irremediablemente condenado a sus desgracias . 

Las élites favorecidas nos ven como una nación cuya única viabilidad reside en la explotación de nuestras disfuncionalidades para el beneficio limitado de algunos, y las élites menos favorecidas nos consideran como una sociedad de descerebrados que desahoga sus desgracias bajo el ritmo de un dembow y pospone sus dificultades en los plazos delimitados por una botellas de romo. 

Personalmente no creo ni en una cosa ni en la otra. No creo que los dominicanos seamos seres especiales en nuestras disfuncionalidades  no en un exepcionalismo subdesarrollado caribeño clavado en nuestras raíces. Si somos una nación plagada de problemas. 

Pero no son problemas tan complejo ni tan irremontables que no le podamos superar con el sentido común que muchas Naciones, no tan disímiles a la nuestra, una vez aplicaron hasta romper con el círculo vicioso de su falta de institucionalidad y el subdesarrollo. Somos una sociedad de rostros alegres pero de sentimientos deprimidos. 

Nos lamentamos y al mismo tiempo nos regodeamos en el barro de nuestras deficiencias tanto para lamentarnos como para justificarnos. Rehuimos de nuestra responsabilidad personal por lo que creamos y dejamos de crear y hacemos del apuntar dedos hacia otra parte nuestro deporte,nuestra política,nuestra cultura. Pedimos tanto de nuestros líderes y al Estado que al final nos olvidamos exigir de nosotros mismos. 


Enrique Soto
Enrique Soto
Articulista 
Sólo un pueblo depresivo por nuestra propia voluntad y por nuestros propios prejuicios sobre nosotros mismos al punto que dudamos de nuestras capacidades de hacer algo por mejorarnos. No somos ni especialmente mejores no particularmente peores que ninguna otra cultura que las ya existentes en esta tierra. 

Deberíamos poner pausa al bolero de nuestra propia desgracia y pensar para nosotros como cambiarlo, y que hacer por nosotros mismos sin esperar fórmulas mágicas o las instrucciones de un líder ilustrado. Tomar nuestro antidepresivo y ver como mejorarnos un día y una persona a la vez, hasta construir un pais que amerite nuetras sonrisas. Y asi dejar de vivir en un país depresivo

0 comentarios:

Publicar un comentario