A propósito de la liberación de Juan Manuel Moliné después de cumplir veinte años de condena por ser cómplice del brutal asesinato del niño José Rafael Llenas Aybar, tenía que tomarme la molestia de escribir algo al respecto. Esto después de observar tantas publicaciones que rayan en lo absurdo y leer los argumentos de quienes están indignados por su libertad, así como de aquellos que sin defenderlo son partidarios de que ya con el cumplimiento de su condena es suficiente.

Por otro lado, difiero de quienes dicen que el caso Llenas Aybar tuvo ese revuelo porque el niño pertenecía a una familia de clase media alta de “Piantini”. Ese es un argumento nacido desde el más aberrante resentimiento social. Debemos recordar que el caso Llenas Aybar estuvo rodeado de una serie de acontecimientos que incluía figuras políticas, ocultismo, rumores e interrogantes que sin importar el estatus económico de su familia nunca fueron respondidas.
Tambien es bueno recordar a quienes opinan desde el resentimiento, el caso del año 2012 del niño apellido Jourdain de “Invivienda”, que por coincidencia se llamaba José Rafael y también fue asesinado en el mes de mayo en un año de elecciones, y encontrado su cadáver en el río Isabela. Ese caso conmocionó a toda la sociedad, y recuerdo como a través de las redes sociales en una sola voz se forzó a las autoridades a hacer una investigación exhaustiva para encontrar al menor de edad.
Lamentablemente los familiares de José Rafael Jourdain todavía no han podido encontrar justicia por la misma razón que no se condena a la mayoría de delincuentes “insuficiencia de pruebas”. Sin embargo, en este caso la sociedad de manera solidaria se unió en torno a su desaparición y no importó el estatus económico de su familia.
En ese mismo sentido, tampoco estoy de acuerdo con los que dicen que frecuentemente mueren niños en condiciones similares y nadie les duele porque son los hijos de “nadie”. A estos que me respondan cuantos niños se encuentran frecuentemente atados, con treinta y cuatro (34) puñaladas en su cuerpo y con sospecha de haber sido víctimas de ritos.
En fin, la familia Llenas Aybar, sus allegados y la sociedad que los acompañó en todo el proceso nunca podrán reparar el daño que causó este brutal asesinato ni aunque en nuestro país existiera la pena de muerte. Sin embargo, los asesinos de Llenas Aybar tampoco podrán escapar de sus actos y en diez años tanto Moliné, como Redondo Llenas quien fue condenado a treinta años, todavía serán recordados como los viles asesinos de un niño indefenso de 12 años, y así será hasta el fin de sus días.
Fuente: Isaac E. Suero Ramirez
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