Desde anoche volví a leer a Gregorio Marañón, porque la imagen sombría de Leonel Fernández en la proclamación de Danilo Medina, me empuja a estudiar de nuevo esos arquetipos políticos que pueblan la historia, y que son capaces de cualquier cosa por el poder.

Hubiera sido mejor no llevarlo, el peso de la amargura y la impotencia lo deformaba. El mensaje surtió el efecto contrario de lo que se buscaba. Leonel Fernández le tiene miedo a Danilo Medina, a la ambición desmedida que le demostró con hechos de qué es capaz ese cínico, y al sucio manejo del poder con el que lo acorraló como a una rata.
Todo lo sombrío que se podía leer en el rostro contraído de Leonel Fernández, tenía su causa primigenia en el sujeto llamado Danilo Medina que fingía sonreír a su lado. Danilo lo humilló, lo ligó al narcotráfico, lo zarandeó y escupió sin ninguna benevolencia; y luego lo obligó a asistir al acto de su proclamación como un convidado de piedra, lleno de miedo y temor; prendido a la pantomima de un líder defenestrado.
Volví a leer a Gregorio Marañón desde anoche, porque el acto de proclamación de Danilo Medina fue un espectáculo penoso, con un mártir en el centro, cuyo rostro era un cartelón que decía: "Estoy aquí pero no soy yo".
Fuente :Andres L. Mateo
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