Alrededor de dos semanas por problemas ajenos a mi no tengo
internet en mi celular, siendo ese mismo tiempo el que llevo sin recibir
llamadas algunas de mis amigos más cercano.
Nadie se toma la molestia de marcar un número(es el último
recurso en ese aparato), los tres primeros días fueron de ansiedad y en cierto
modo de depresión, de no poder escuchar el sonido del Whatsaap o el patito
cuando entra una actualización del twitter.
Para muchos jóvenes dominicanos estar sin actualizar sus
cuentas sería un holocausto, la tendencia es la adición a la web y los dispositivos
digitales que sirven como medio de ‘’manipulación’’ perdón de comunicación.
El facebook, Twitter e Instagram son en el sistema neoliberal
el soporte a emociones versadas en: amor, odio, suicidio, ira, frustración,
intrigas, chisme, alegrías pasajeras, etc.
Pensar que todo esto antes solo lo sabían el papel y unos que
otros amigos, hoy todo el mundo se entera de lo que debería ser la intimidad.
En cuanto al reclutamiento de las empresas en nuestro país a
la hora de evaluar a personas para un cargo x acceden a las cuentas digitales
para así ver o en un lenguaje
tecnológico ‘’brechar’’ el estilo de vida familiar y social del solicitante.
¿Es esto injerencia? Al encontrar fotos o estados ‘’no
aceptables’’ socialmente rechazan las capacidades y honradez que pueda
presentar un joven que se está dejando
atrapar por un sistema acelerado e inclemente.
El mal manejo de las redes sociales puede ocasionar fatiga,
elevar la presión ocular, creación de egos, competencia en cuanto a la moda,
depresión leve y aguda, toda una cadena de malestar en una población sensible
como lo es la juventud.
La exposición al contacto directo con la pornografía siendo receptores, pero en la mayoría de los
casos emisores hacia personas totalmente desconocida que la reproducen para
terminar todo esto en daños muchas veces colaterales.
Sin que los padres se horroricen de las tantas cosas que
publican sus hijos jóvenes sin medir que todo eso queda registrado,
aparentemente puede ser borrado pero pueden aparecer personas con otras
intenciones y recuperar las informaciones tales como teléfono, vivienda,
parentesco, entre otras.
Y qué decir de la activación de la ubicación de los usuarios,
se han dado casos de que un joven pertenece a las llamadas ''naciones'' y porque el
adversario dice donde se encuentra o por el Gps, logra ubicarlo para hacerle
daño.
En República Dominicana la juventud está sumergida en un
consumismo devorador cuan león en la selva , sabiendo todos que esto solo lo
brinda el capitalismo y sus campañas publicitarias dirigidas a un público que
se enfoca en lo material antes que en el conocimiento mismo.
Quienes de nosotros no hemos visto celulares de última
generación en manos de ellos que en la mayoría de los casos no trabajan, pero
¿por qué? Fácil las compañías telefónicas y tecnológicas crean sus estrategias
enfocadas en esa etapa frágil, empujándolos al chantajes hacia sus padres y en
el peor de los casos a delinquir.
Aunque en el país haya un 31% de jóvenes desempleados sin
oportunidades como lo establece la ley 49-00, existe la otra cara de la moneda
que impulsa los cambios y reformas a través de las redes sociales como el caso
del 4% a la educación, la revueltas juveniles en Venezuela que todos conocimos a través del twitter, el
cubetazo de agua fría para donar a una causa, formación de grupos para crear y
debatir ideas sobre el sistema actual, difundir hechos que luego se convierten
en noticias por el alcance e impacto…
Solo se debe tener un equilibrio en el manejo de las redes
sociales verificando siempre la escritura y sus reglas, ejercitando el cerebro
para no dejar todo a las máquinas, brindar atenciones en reuniones, comidas o
clases a las personas y el contacto directo no a un objeto que cada vez hace más
antisociales a nuestros jóvenes.
Mientras resuelvo lo del internet en mi celular, seguiré
escribiendo mis poemas en el papel, pero deseando sumergirme en el ritmo
acelerado de la navegación digital donde un segundo es un día, un minuto es
semanas y una hora todo un año.
Ya ni yo sé si estoy perdida o actualizada, ¿usted que cree?
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