¿Quién de nosotros no ha
sufrido un accidente en las calles de República Dominicana o conoce a alguien
que haya pasado por esto?
El estado dominicano es débil
frente al caos vial y la seguridad ciudadana, ocasionando agotamiento social, estrés
y en los peores de los casos: la muerte.
Nuestro país tiene siete entidades oficiales para la regulación
y ordenamiento del transporte, la ley 241 de transito y proyectos de leyes sobre educación
vial, aun así las cifras son alarmantes.
Por ejemplo, en el año 2012
los accidentes por imprudencia en las calles fueron de 3,018 personas y el año
siguiente resultaron 2,475 lesionados.
El informe sobre la situación
vial del 2013 producido por la organización mundial de salud nos sitúa como el segundo
lugar entre 182 países pertenecientes a las naciones unidas con más muertes de
transito por cada 100 mil habitantes, con una tasa de 41.7 fallecimientos, le
antecede la isla Niue en el pacifico que tiene 68.3.
La falta de conciencia
social, educación y amor al prójimo provoca el 90% de los accidentes de tránsito,
vemos conductores temerarios, violadores de túneles, adictos a los celulares
mientras manejan, abusadores del alcohol y drogas, motoristas sin cacos, pero
las autoridades que deben ser el paradigma también incurren en estas y otras
acciones fatales.
No basta con más Amet en las
calles ni semáforos ‘’inteligentes o con leyes de tránsito, se necesita voluntad social y
esfuerzo en conjunto para educarnos sobre la tolerancia y responsabilidad vial,
no es justo que se nos vea como una selva, donde prime la inconsciencia cuyo
desenlace sea pérdidas humanas.
¡El progreso comienza por la
educación!
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