Es una enfermedad de la piel extremadamente rara del grupo de las llamadas genodermatitis (grupo de dermatosis
hereditarias con trastornos metabólicos). Es la forma de ictiosis congénita más grave, se hace evidente
ya desde el nacimiento y debe su nombre al aspecto que tienen los recién
nacidos con la enfermedad, que recuerda a un disfraz de arlequín .
La ictiosis tipo Arlequín es una enfermedad genética rara de la piel
caracterizada por escamas grandes y gruesas que aparecen en toda la piel, como
a su vez se nace con los párpados volteados por lo que en lugar de ojos se
observan los párpados totalmente rojos. Se asocia generalmente deformidades
faciales características y a menudo anomalías en otras partes del cuerpo,
especialmente en el tórax.
Se debe
a una alteración de la queratinización cuyo mecanismo fisiopatológico se
desconoce, pero se piensa que existe una disgenesia de la capa lamelar,
probablemente debida a anomalías de los lípidos cutáneos, que da lugar a una
hiperqueratosis folicular masiva.
Aparecen
fisuras profundas e irregulares que cubren la superficie corporal, ectropión
(eversión de los párpados) y eclabium (inversión hacia fuera de los labios)
debidos a la tracción mecánica que ejerce la piel engrosada sobre la conjuntiva
y la mucosa oral, hipoplasia (desarrollo incompleto o defectuoso) de orejas
nariz y dedos y los recién nacidos adoptan una postura semiflexionada.
Las
complicaciones clínicas más importantes se producen a causa del fallo de la
función de barrera que la piel tiene en condiciones normales e incluyen sepsis
(infección o contaminación generalizada) y deshidratación que conducen a
hipernatremia (aumento anormal de sodio en sangre) y malnutrición.
Los
niños nacen con constricción marcada de tórax y abdomen con las correspondientes
dificultades respiratorias y de alimentación.
El
pronóstico es malo, ya que la mayoría fallece a los pocos días o semanas del
nacimiento. Aunque existen casos excepcionales en donde la persona llega a la
adolescencia, pero necesita de tratamientos especiales.
Las incidencias
Las ictiosis pueden ser hereditarias y
adquiridas:
·
Las ictiosis hereditarias son raras y por lo general aparecen durante la
infancia y se mantienen de por vida, siendo frecuentemente formas de afectación
leve y que tienden a mejorar durante los meses de verano, aunque también pueden
existir algunas formas clínicas muy severas. Las ictiosis hereditarias se
caracterizan por el gran acumulo de escamas sobre la superficie cutánea y se
clasifican en función de criterios genéticos y clínicos.
·
Las ictiosis adquiridas aparecen asociadas a otras enfermedades, sobre todo
renales y pueden comenzar en cualquier época de la vida, pueden constituir una
manifestación precoz de algunas enfermedades sistémicas (lepra, hipotiroidismo,
linfoma, sida). La descamación seca puede ser fina y localizarse exclusivamente
en el tronco y las piernas, o ser gruesa y difusa. La biopsia (operación que
consiste en extirpar en el individuo vivo un fragmento de órgano o de tumor con
objeto de someterlo a examen microscópico) de la piel ictiósica no suele resultar
diagnóstica, aunque existen excepciones, como la sarcoidosis, en la que se
producen escamas gruesas en las piernas y presencia de granulomas típicos en la
biopsia.
Aunque la presentación clínica sea la
misma, hallazgos histológicos y de laboratorio permiten diferenciar 3
tipos de alteraciones en la morfología de los queratocitos (células productoras
de queratina) y la expresión proteica de los mismos.
Es posible el diagnóstico prenatal
mediante ecografía, fetoscopia (procedimiento mediante el cual se puede
observar directamente al feto dentro del útero, mediante el uso de un
fetoscopio introducido a través de una incisión bajo anestesia local) y
amniocentesis (procedimiento obstétrico mediante el cual se extrae una pequeña
cantidad de líquido amniótico para su posterior análisis).
Aunque se ha utilizado la biopsia de piel fetal, realizada mediante
control ecográfico, ésta es una técnica no exenta de riesgos que solamente se
debe realizar en centros muy especializados y teniendo en cuenta la posibilidad
de pérdida fetal que podría acontecer en un sujeto sano.
El tratamiento inicial se centra en
atenuar el trastorno de la función de barrera de la piel, mediante medidas de
hidratación, tratamiento antibiótico ante los signos precoces de infección y
medidas de soporte respiratorio y nutricional.
Entre las medidas de soporte cutáneas,
en el tratamiento de cualquier tipo de ictiosis, resulta útil reducir al mínimo
los baños, emplear, sólo en los pliegues cutáneos, jabones que no contengan hexaclorofeno dado que los pacientes presentan mayor
capacidad de absorción y, por tanto, mayor riesgo de toxicidad, aplicar dos
veces al día emolientes, del tipo de la vaselina simple, aceite mineral o
lociones conteniendo urea o propilenglicol; esta aplicación debe hacerse sobre
todo después del baño mientras la piel está todavía húmeda y los productos se
deben dejar retirando el exceso mediante golpecitos con la toalla o mantenerse
como mínimo 10 minutos.
Otras sustancias útiles incluyen el gel de ácido salicílico al 5%, preparado con vaselina hidrofílica y agua a partes iguales, así como
cremas que contengan ácido ha-hidroxi láctico, glicólico y/o pirúvico en
diversas bases.
El uso precoz de retinoides tópicos y en
los casos muy severos por vía oral, parece haber mejorado la supervivencia en
alrededor de un año, en los niños que sobreviven la ictiosis parece evolucionar
hacia una eritrodermia ictiosiforme congénita no ampollosa.
A diferencia de las otras ictiosis
congénitas, el defecto genético no ha sido identificado. Se hereda como un
rasgo genético autosómico recesivo.
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